
Área de orientación académica y profesional
El término "modernidad líquida" ejemplifica la sociedad en la que nos encontramos, nada es permanente y todo está en cambio constante. El cambio es en ocasiones lento pero en otras muy rápido.
Realizar unos estudios que conducirán a un trabajo que será permanente ya no es posible. El mundo laboral cambia y con él las demandas formativas.
La elaboración de un proyecto académico y profesional permite dar pasos certeros hacia un desarrollo laboral notorio.
Seleccionar unos estudios, un trabajo o cambiar este es un asunto complejo, ya que el mundo en constante cambio no facilita la comprensión del mercado laboral y formativo, a lo que se debe sumar las imprecisiones y tópicos.


Durante la labor de orientación en ocasiones se confunden herramientas, instrumentos, técnicas, recursos, procedimientos, métodos, enfoques, etc. ejecutando un proceso poco desarrollado.
Algunas de estas herramientas, instrumentos, técnicas, etc. requieren la formación correspondiente en la disciplina de psicología, sin esta su utilización puede quedar devaluada, mal ejecutada o erróneamente interpretada.
Las antiguas formas de asesoramiento vocacional establecían como eje de la labor, la identificación de los intereses profesionales de la persona relacionándolos con determinadas profesiones. Esta práctica elude entre otras las habilidades necesarias para hacer frente a las numerosas complejidades e inestabilidades del mundo laboral actual y futuro y la necesidad de responder a las situaciones y dificultades que surgirán durante su planificación y desarrollo.
Todo proceso de asesoramiento académico-profesional contiene los componentes de autoconocimiento; estrategias y procedimientos de toma de decisiones; información de tipo formativo, académico, profesional y ocupacional; elaboración de un proyecto y el, que en la actualidad más se enfatiza, denominado de habilidades de gestión personal.



La formación ya no se relega al comienzo de la carrera, es un proceso activo, constructivo y permanente que requiere, al igual que en el desempeño laboral, de un aprendizaje autorregulado, planificado, orientado a la resolución de problemas o dificultades, habilidades de búsqueda y selección de la información, capacidad de adaptación y flexibilidad o la capacidad de trabajar en equipo entre otras.
Otra de las antiguas costumbres que se presentan es el establecimiento de una profesión ideal, utilizando el término de vocación, que debe ser encontrada para alcanzar la felicidad laboral. En un presente y posible futuro de cambio constante en el que es difícil predecir las demandas laborales a largo término y las tareas a desarrollar en un trabajo pueden ser amplias y variadas, ha surgido el término identidad vocacional como adaptación. Se trata de cambiar el foco de identificación, pasar de la profesión (cuyos límites son líquidos) a los de la persona. Por ejemplo, identificar tareas con las que nos sentimos desarrollados y localizar demandas, que entre otras, ejecutan las deseadas y no las vedadas.
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